lunes, 28 de septiembre de 2009

El Silbo y los Gomeros

La UNESCO, en su labor recopiladora del patrimonio de la humanidad, para aquellos bienes que, por su relevancia y transcendencia a nivel mundial, merecen ser conservados y rescatados para disfrute de las nuevas generaciones, ha creado el PCIU (Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO).

A tal efecto, un comité especializado, va a comenzar por catalogar aquellos bienes inmateriales (esto es que no tienen materia o sustancia, pero sí una esencia definida), a fin de dotar el fondo patrimonial que lo habrá de constituir.

Leemos en Canariasaldía.com que una delegación canaria se reúne con el comité en los Emiratos Arabes, para apoyar la candidatura del Silbo Gomero, como patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad.

Y nos parece bien. Es algo muy digno tratar que una forma de comunicación tan peculiar, arraigada en el pueblo y de tanto abolengo histórico, además de autóctonamente, sea disfrutada por toda la humanidad.

Me imagino, sólo como un puro divertimento, que el silbo, en lugar de ser original de La Gomera, hubiera sido natural del País Vasco, por ejemplo. Allí, no sólo apoyarían el silbo como patrimonio por antonomasia: todo el mundo caminaría silbando por las calles, como único lenguaje socialmente bien visto.

O, en el caso de haber nacido en Cataluña, sería ya a buen seguro patrimonio cultural de (parte de) la humanidad, pues los catalanes, habrían inventado antes del PCIC (Patrimonio Cultural Inmaterial de Catalunya).

Pues, no. Esta vez, no.

Esta vez ni el Euskera, ni el Catalán, lenguas respetables como todas las habladas en el Reino de España han optado de momento (y desde cierta perspectiva me extraña muchísimo) a ser parte de este fondo patrimonial de la humanidad.

Claro está, que en La Gomera, si no hablas silbo, te entienden todos perfectamente. No como en otras tierras ultramarinas, donde si no hablas la lengua vernácula, a pesar del predominio constitucional del español como lengua común, no te entiende nadie!.

Nos unimos a esta iniciativa singular para que no se pierda en la memoria el Silbo Gomero, como tantas otras cosas que por desidia, desinterés, o falta de constancia y tal vez de uso se van perdiendo, para desgracia de aquellos que podrían disfrutarlas: las generaciones venideras, que de esta forma (si prospera la iniciativa canaria) verán preservada una seña de identidad auténtica, sin mezclas, de pura raza canaria.
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lunes, 21 de septiembre de 2009

¡Canarias existe!

Cuando uno va volando por el mundo, se da cuenta lo pequeño y lo grande que puede ser éste: no es una paradoja. Me explico:

En cualquier lugar recóndito de este mundo puede usted darse de bruces, por sorpresa, con un paisano, un amigo o un familiar.

En cambio, puede resultarle igualmente sorprendente que a unos cuantos miles de kilómetros de nuestras Islas, no sepan donde está España, ni siquiera nuestro pequeño y amado Archipiélago.

Y no influye en ello las pésimas indicaciones que dan algunos de su origen: Venimos de Canarias (como quien dice: venimos de un pueblito pequeño), Venimos de San Cristóbal (¡Cómo no! Todos saben dónde está situado el barrio de San Cristóbal!).

Pero no... No es eso...

Es curioso que en un mundo que trata de abolir fronteras, de romper barreras a la estupidez humana, y por fin construir juntos una sola humanidad, bajo una sola bandera blanca, aún quede tanta ignorancia en el vecino de al lado.

Acudí con mi esposa a una boda en Godilandia (...que no se ofendan los puristas, es una broma), y a la hora del ágape nos tocó de comensales una familia de pura cepa catalana. Familia acomodada, por lo que pude apreciar, pues las señoras lucían algunos piedros alrededor de cuello y muñecas, que parecían de verdad, o muy buena bisutería, de la cara. Es decir que, entre otras cosas, se les presuponía una cierta mundología y acceso a un nivel aceptable de cultura general.

Pues bien, al inicio de la conversación hicimos las preceptivas presentaciones. "Y ustedes de dónde vienen?" Me preguntó una enjoyada y encopetada señora, a lo que respondí "Vivimos en Las Palmas de Gran Canaria". "¡Ah! Palma de Canarias", dijo ella, "Me encantan las Baleares!".
Ahogando una carcajada le expliqué que no, que eramos canarios, que no baleares, que estabamos un poco más abajo.

Al tomar conciencia de que estabamos junto al continente africano, la buena señora insistió en darnos otra joya de su conocimiento: "Entonces, los trajes de la boda, ¿se los comprarían ustedes aquí en Catalunya, porque allí en las Canarias, no habrá tiendas, verdad?"... Ya no pude mas.

Pedí permiso, alegando ir en busca del camarero para servirme más vino, y me alejé de la mesa lo suficiente como para soltar una sonora carcajada para mí mismo, sin ser visto por ninguno de los comensales.

Cuando por fin pude acercarme de nuevo a la mesa, después de secarme las lágrimas, y ahogadas las carcajadas, le expliqué que sí, que aquí en las Canarias teníamos tiendas, calles, casas, y hasta coches y catalanes. La buena señora se me quedó mirando admirada, y su mirada lo decía todo: Eramos una especie en clara evolución, desde el mono al homo sapiens.
Cosas así, como por ejemplo preguntarme un bachiller, -contemplando un mapa de España donde las Islas por no caber en el marco, están encuadradas en un lugar que no corresponde con su verdadera situación geográfica-: "¿Ustedes, cómo hacen para salir del cuadrito?". Tuve que explicarle que la escala a la que estaba hecho el mapa no permitía ver el detalle de una puerta en una de las esquinas del recuadro, que encerraba las Islas, la cual se abría con una especie de mando automático, como en las autopistas.

Aprendamos a viajar, y cuando lo hagamos, que sepamos previamente a dónde vamos, y qué nos vamos a encontrar allí. Y que el viaje sea para nuestro disfrute, pero también para adquirir la tan necesaria cultura, en todos los aspectos, que nos hace mejores seres humanos.
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martes, 15 de septiembre de 2009

El pájaro Tero-Tero

"Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios. Una de las dos Españas, ha de helarte el corazón".

Hace ya muchos,pero muchos años, que los españolitos (generalmente) no venimos al mundo con el pan debajo del brazo. Si acaso, con una hipoteca a veinte años, o en el mejor de los casos, con un ridículo y pingue aumento de sueldo que ni se ve, por eso de los puntos, que nunca he terminado de entender.

¿Será que ya desde que nacemos somos unos "puntos filipinos"?.

Lo que sí sé, es que en esta tierra que Dios bendijo con el sol, sigue habiendo dos Españas divididas y antagónicas. Dos corrientes sociopolíticas irreconciliables. Como dos átomos de la misma polaridad, que se repelen constante y eternamente.

A los gorriones no se nos permite tomar partido, por eso de que tan alto honor está únicamente reservado a los venerables canarios. Pero lo que sí se nos permite, porque no hay forma de prohibirlo, por mucho electroshock que nos inpongan, es pensar.

Como gorrión pensante que soy, he llegado a la conclusión de que hemos sustituido el circo romano, con sus leones y payasos, por otro foro más consistente, con los mismos leones y los mismos payasos.

¿Que uno dice "A"? El otro de inmediato irá con el cuento llorando a la Madre Superiora de su congregación, para todos al unísono, en un estridente coro, gritar "B" y defender su postura con tan vanas razones, como aparente es el encono, que al fin de lo que se trata es de salir en la tele y seguir cobrando dietas al fin de mes.

¿Que no sabe a lo que me estoy refiriendo?: A los políticos, naturalmente. Esos extraños seres que como el camaleón mas avezado cambian de color y mudan de piel a la menor ocasión, al son que ahora suena, y que son como el casi mítico tero-tero.

Un ave, que en un afán maternal impecable, en un sitio pone el nido y en el otro los huevos. Sigue leyendo...

El discreto encanto de la hipocresía

Tengo un enemigo, un enemigo acérrimo. Un enemigo viejo -pertinaz en su encono- que como el vino, se hace mejor y mas enemigo cuanto mas madura en su persistencia.

Todos deberíamos tener al menos, un enemigo.

Los amigos son distintos, no sé. Se lisonjean más con nuestros éxitos, y son mas benévolos con nuestros fracasos. Los enemigos en cambio están ahí, haciendo su papel de dolor de muelas, de visible espada de Damocles que no ignoramos nunca, pues ya se encargan ellos de recordárnoslo a cada paso.

Los amigos, lucen mas de esa sana envidia y amor a lo nuestro, son uña de nuestra carne y semilla de nuestro bienestar social.

Pero... ¿y el lujo de permitirse desdeñar, e incluso encrespar la iracunda actitud del enemigo? Como dijo un querido amigo: "La misión de un soldado, no es la de morir por su patria, sino la de hacer que el enemigo muera por la suya". ¿Y esos dulces momentos, en que frente a frente con nuestro censor, usamos del arte de la hipocresía?

Yo ignoro si Hipócrates tiene algo que ver con la ciencia del saber y no decir, o decir lo contrario de lo que pensamos con intención artera y taimada de herir. Sé que tuvo algo que ver con la medicina; pero no sé si el juramento hipocrático, recibe el nombre de la hipocresía que en sí mismo encierra.

Lo que sí sé de plano, es que el discreto encanto de la hipocresía se hace patente cuando nos enfrentamos, por fuerza siempre, al enemigo.

Y esto se hace aún mas patente, cuando son ellas, las sacerdotisas del Hipócrates hipócrita, no el sanador de males.

-Querida, por tí no pasan los años"- quiere decir en el lenguaje de los hipocritas.
-No pasan los años, por que ya han pasado todos hace tiempo, vieja arpía asquerosa.
-Pues tú, estas igual que siempre, yo no sé que haces para conservarte así , que traducido al cristiano viene a ser: "Siempre has tenido la misma cara de coliflor, por mas que te pongas cremas".

Gran saber y conocimiento de uso ancestral del arte de la hipocresía el de nuestras mujeres, de las que debieramos de aprender.

No sabe bien el querido lector, cómo relaja los nervios y apacigua el espíritu, inquieto por el desafortunado encuentro. Incluso, pienso que si usásemos mas de la hipocresía, habría de seguro menos guerras, y cristianos y musulmanes, gorriones y canarios, nos trataríamos igual, pero mejor. Sigue leyendo...

Y Dios creó al Hombre....

"Oficio noble y bizarro entre todos el primero: pues que en la industria del barro Dios fue el primer alfarero, y el hombre el primer cacharro".

Así rezaba una coplilla en casa de un alfarero que construía sueños con sus manos. Él me enseñó a respetar, y por ello a ser respetado. Me enseñó que por mucho que uno sepa, siempre le cabrá algo de ignorancia... Y es cierto.

Al mejor y mas docto de los mortales, se le "escapa una pinza", y dice un desatino en el peor momento. Esto puede haber sido causa hasta de vergonzantes guerras, pues al fin la guerra es siempre vergonzosa, y vergonzante. Fratricidio con alevosía. Masacre programada.

¿Para qué -pregunto- se manchó el Creador las manos de barro y le insufló vida, si nos empeñamos, con ahinco, en no salir de él?

Guerras, atentados, terrorismo, el salvajismo del maltrato, etc... llenan páginas y páginas de periódicos, que ya nadie lee, por rutinarios y "aburridos", y que son causa de que las noticias en la tele se alarguen demasiado y nos impidan grabar bien las películas en el video. ¿Nos hemos degenerado tanto? ¿Hemos llegado a ser tan in-humanos?

Creo que sí.

Pero siempre quedará la esperanza de que alguien un día apoye descuidadamente su mano en el botón preciso, comience una III Guerra Mundial a golpe de misiles, y nos vayamos todos a la mierda. Sigue leyendo...

lunes, 14 de septiembre de 2009

¡Nunca! Te metas en reformas del nido....

¡Hay que ver! Lo que pudo ser y no fue. Todo comenzó al principio del mes de Agosto, cuando mi canarita linda me dijo “cariño, el grifo de la cocina gotea”.

Uno, que como canario es experto en mucho, pero maestro en nada, consideró que pa'qué meterse en zarandajas y boladas, que para eso están los maestros y ellos también tienen derecho a la vida, y le dije “¡llama al fontanero, y que mire a ver!”.

Semana y media después, llegó el fontanero, quien con toda pulcritud (venía en traje de calle, no se porqué me había imaginado que esta gente trabajan con mono) se agachó debajo de la palangana del fregadero, echó la vista pa'rriba, y sacó la cabeza sentenciando “lo del grifo, tiene arreglo, pero lo que es la cocina, se le va a caer encima como no haga una reforma. Los muebles están todos podridos por dentro, por la humedad”.

Mi mujer, que dándole la razón arguyó que los muebles tenían más de diez años, pero que fíjese usted, que buen resultado han dado hasta hoy, claudicó y aceptó la tarjeta de un primo del fontanero, que era carpintero y entendía de eso, que le iba a hacer un precio muy arregladito por todo...

Al día siguiente a las ocho (¡dita sea Dios! Mes de agosto, vacaciones, destierra uno el despertador y ¡le llaman a la puerta a las ocho!), aparece en la puerta el primo carpintero, que como si del mejor arquitecto se tratase, empieza a tomar medidas con su puntero láser, que era un gusto verlo, con aquel “chorrillo rojo” saliendo de la maquina, y dándole los números de las medidas de toda la cocina. El hombre terminó sacando su ordenador portátil (venía bien pertrechado) y tecleando números y cifras, me pidió permiso para conectarse a mi impresora, a lo que, inocentemente, accedí.

Mire, comenzaron a salir hojas y hojas de aquel bicho, como si de una partitura de concierto se tratase, todo letra. Al final, un sucinto dibujo de una cocina, que para nada se parecía a la nuestra actual, y la condenada cifra total. Qué barbaridad!.

Pero no había otro remedio, cristiano. Era eso, o cocinar en el suelo, y dijimos que, bueno, que sí, que aceptábamos barco como animal de compañía, y que cuando empezaban... "Antes del 20, ni hablar, tengo unas obras en marcha”, dijo con toda pasividad, como quien da una aspirina a un niño, sabiendo que la va a tragar... Pues bueno, pensé yo, mientras nos vamos al sur a un apartamento, a disfrutar de una semanita de vacaciones con la parienta y los niños.

Las vacaciones en el apartamento de Maspalomas fueron una delicia, mire usted: la parienta y los pibitos en la piscinita, tomando el sol y bañándose, y yo en el bar aprovechando los japi auers, que dan dos cervezas por una... ¡Ños! ¡Qué a gusto!.

Pero terminó la semana, y fatídicamente regresamos un día 19 a nuestra casa, que desde entonces no ha vuelto a ser la misma, ni del todo nuestra. Ahora que ya habíamos pagado la hipoteca, y la llamábamos con justicia “nuestra casa”, iba a ser invadida y ultrajada.

Día 20 de Agosto, ocho de la mañana. ¿El despertador? ¡Qué va! Si lo tengo en el cajón, y sin pilas... No... Llaman a la puerta, y ¡de qué forma!. ¡Parece que le han cogido gusto al timbre!

Dormido, legañoso, rascándome en salva sea la parte, me arrastro por el pasillo en pijama, desde el dormitorio a la puerta, dando tumbos como un sonámbulo. Abro sin mirar. ¡Redios!.

De repente, como salidos de una película de indios, comienzan a entrar inmigrantes negros, bosnios y sudamericanos, con martillos, escaleras, taladros, cajas de herramientas... Y al final me conforta ver dos caras conocidas: el fontanero y su primo, el reformador de cocinas, con precios de cirujano plástico.

¡Es la guerra! Aviso a mi mujer, levanto a los niños, que aún creen estar en el apartamento y me piden el bañador, arreglo la entrada, por que la han cubierto de polvo al entrar... ¡Polvo! ¡Con lo impoluta que tiene siempre la casa mi santa!

Los invasores toman posesión de su feudo, gritando que hay que vaciarlo todo, que ellos de eso no se encargan. Mi Antonia y yo nos ponemos manos a la obra, observados por un ejército de futuros parados, que nos miran con cara divertida. “¿Donde pongo los jarrones?”, “Toma ésto, no te quedes ahí parado, muchacho!”, “Papá, cuando vamos a la piscina?”, “Manolo, trae la escoba y el recogedor, que se ha caído la sal”...

Por fin, la cocina vacía, comienza el trabajo. El fontanero y sus dos ayudantes (¿para un grifo que gotea, dos ayudantes?), el carpintero y sus secuaces, por otro lado, y comienza una serenata de martillazos, golpes, taladros, serruchadas, que ahí no hay quien pare. Polvo por doquier. Se respira polvo. Se masca polvo. Se ES polvo.

“Señora -dice el carpintero a mi santa- ¿Qué vamos a hacer con los electrodomésticos? Porque no pretenderá usted tener, en una cocina nuevecita que le va a quedar, unos trastos tan viejos como los que tiene aquí”. Y mi santa admite que un poco viejos sí son, que cuando los compramos, hace ya mas de diez años, eran lo más nuevo y lo mejor, pero que ya la lavadora se escapa, y el fregaplatos no lava, y el frigorífico calienta, en lugar de enfriar. “¡Pues to' pal' piso señora!. Conozco yo una tienda donde le van a hacer usted un precio pero que muy especial. ¡Vengase conmigo!”. ¡Ay mi madre! ¡Pero si yo sólo quería que el grifo dejase de gotear!. Y mi Antonia, arrobada por la perspectiva de unas máquinas modernas y que funcionan, se deja secuestrar por el carpintero y se marchan los dos a la tienda, dejándome en zapatillas y sin desayunar...

Al cabo de una semana, la cocina está ya casi lista. Los invasores han ido disminuyendo día a día, repartidos por otras obras por el maestro, que los cobrará al final como presentes, pero qué más da, ¡con tal de que se marchen de una vez!.

¡Se acerca el gran día! Mañana nos ponen los electrodomésticos nuevos: frigorífico, lavadora, y fregaplatos, horno y micro hondas. Brillantes, metálicos, nuevecitos... Y tres años más pagando plazos, ahora que ya habíamos amortizado la hipoteca del piso.

Cuando llegan los aparatos, ¡sorpresa! El piso no parece del todo firme, pues la lavadora cojea, y no puede ser de la lavadora, ¡porque es nueva!. “Eso va a ser del suelo-dictamina el instalador, en plan docto y seriamente-. A mi concuño le pasó lo mismo y tuvo que cambiarlo, por que estaba apandado de la humedad”. Pero si ¡sólo era un grifo soltando una gotita! Y la humedad, ha podrido los muebles de la cocina, ha hecho que comprásemos los electrodomésticos nuevos y ¡ahora hay que cambiar el suelo! Pero, ¿cuánto tiempo ha estado goteando el maldito grifo?

“¡No se preocupe usted señora, que mi hermano se lo arregla en un plis plas!”. El plis plas fueron otros dos mil euros de suelo, que estaba mal colocado todo y hubo que cambiar el de toda la cocina.

...Y por fin llegamos al día de hoy, cuatro de septiembre, en que tengo cocina nueva, electrodomésticos de última generación (hay que hacer una carrera universitaria para entender los manuales, ¡y eso que vienen en cristiano!), suelo nuevecito y flamante, me han jodido las vacaciones, seis mil euros menos en la cuenta... ¿y quieren saber lo mas gracioso del caso?

¡El grifo, aún gotea!. Sigue leyendo...