Tengo un enemigo, un enemigo acérrimo. Un enemigo viejo -pertinaz en su encono- que como el vino, se hace mejor y mas enemigo cuanto mas madura en su persistencia.
Todos deberíamos tener al menos, un enemigo.
Los amigos son distintos, no sé. Se lisonjean más con nuestros éxitos, y son mas benévolos con nuestros fracasos. Los enemigos en cambio están ahí, haciendo su papel de dolor de muelas, de visible espada de Damocles que no ignoramos nunca, pues ya se encargan ellos de recordárnoslo a cada paso.
Los amigos, lucen mas de esa sana envidia y amor a lo nuestro, son uña de nuestra carne y semilla de nuestro bienestar social.
Pero... ¿y el lujo de permitirse desdeñar, e incluso encrespar la iracunda actitud del enemigo? Como dijo un querido amigo: "La misión de un soldado, no es la de morir por su patria, sino la de hacer que el enemigo muera por la suya". ¿Y esos dulces momentos, en que frente a frente con nuestro censor, usamos del arte de la hipocresía?
Yo ignoro si Hipócrates tiene algo que ver con la ciencia del saber y no decir, o decir lo contrario de lo que pensamos con intención artera y taimada de herir. Sé que tuvo algo que ver con la medicina; pero no sé si el juramento hipocrático, recibe el nombre de la hipocresía que en sí mismo encierra.
Lo que sí sé de plano, es que el discreto encanto de la hipocresía se hace patente cuando nos enfrentamos, por fuerza siempre, al enemigo.
Y esto se hace aún mas patente, cuando son ellas, las sacerdotisas del Hipócrates hipócrita, no el sanador de males.
-Querida, por tí no pasan los años"- quiere decir en el lenguaje de los hipocritas.
-No pasan los años, por que ya han pasado todos hace tiempo, vieja arpía asquerosa.
-Pues tú, estas igual que siempre, yo no sé que haces para conservarte así , que traducido al cristiano viene a ser: "Siempre has tenido la misma cara de coliflor, por mas que te pongas cremas".
Gran saber y conocimiento de uso ancestral del arte de la hipocresía el de nuestras mujeres, de las que debieramos de aprender.
No sabe bien el querido lector, cómo relaja los nervios y apacigua el espíritu, inquieto por el desafortunado encuentro. Incluso, pienso que si usásemos mas de la hipocresía, habría de seguro menos guerras, y cristianos y musulmanes, gorriones y canarios, nos trataríamos igual, pero mejor.
Nos mudamos de sitio
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inv...
Hace 11 años
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